Las lombrices rojas, conocidas científicamente como Eisenia fetida, son pequeños pero poderosos aliados en el mundo del compostaje. A diferencia de las lombrices de tierra comunes, estas prosperan en entornos ricos en materia orgánica en descomposición, lo que las convierte en las reinas de la vermicompostera.
Aquí tienes algunos puntos clave sobre estas fascinantes criaturas:
Hábitat y alimentación: Les encanta comer restos de frutas y verduras, posos de café, cáscaras de huevo y papel o cartón sin brillo. Prefieren los ambientes húmedos y oscuros, y evitan la luz solar directa. No comen carne, lácteos ni alimentos grasos, ya que estos pueden atraer plagas y generar malos olores.
Reproducción: Son hermafroditas, lo que significa que cada lombriz tiene órganos reproductores masculinos y femeninos. Sin embargo, necesitan aparearse con otra lombriz para reproducirse. Ponen pequeños capullos en forma de limón, de los que pueden emerger varias crías. Su capacidad para reproducirse rápidamente es lo que las hace tan eficientes para procesar residuos.
El "oro negro": El producto final de su trabajo se llama humus de lombriz o vermicompost. Este abono orgánico es extremadamente rico en nutrientes y microorganismos beneficiosos para las plantas. Mejora la estructura del suelo, aumenta la retención de agua y ayuda a que las plantas crezcan más fuertes y saludables.
Beneficios para el medio ambiente: Al usar lombrices rojas, estás ayudando a desviar una gran cantidad de residuos orgánicos del vertedero, reduciendo la producción de gas metano, un potente gas de efecto invernadero. Además, estás creando un fertilizante natural que reduce la necesidad de productos químicos.
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