La supervivencia de los reptiles está intrínsecamente ligada a las condiciones climáticas de su hábitat, siendo la temperatura el factor ambiental más crítico.
Esto se debe a que todos los reptiles son ectotérmicos: carecen de la capacidad de generar su propio calor metabólico y dependen exclusivamente de fuentes externas para regular su temperatura corporal.

Consecuentemente, cada especie ha evolucionado para prosperar dentro de un rango térmico específico, conocido como la Zona de Temperatura Óptima Preferida (POTZ). Para mantenerse activamente dentro de esta zona, los reptiles practican la termorregulación conductual (por ejemplo, asolearse o buscar sombra).
En un terrario, este comportamiento natural se replica mediante el uso de un gradiente térmico y fuentes de calor, como las lámparas calefactoras, permitiendo que el animal gestione sus propias necesidades térmicas de forma autónoma.
Los problemas críticos surgen cuando la temperatura ambiental se desvía de la Zona de Temperatura Óptima Preferida (POTZ), ya sea por exceso o por defecto, y el reptil se ve incapacitado para termorregularse conductualmente.
En esta situación, las funciones fisiológicas del animal comienzan a fallar, lo que puede comprometer gravemente su salud e incluso conducirlo a la muerte. Para enfrentar estos periodos climáticos desfavorables, los reptiles emplean diversas estrategias adaptativas.
La brumación es uno de los mecanismos de supervivencia más importantes, permitiéndoles soportar temperaturas frías (por debajo de su POTZ) durante periodos prolongados, aunque siempre dentro de un rango de tolerancia específico.
La brumación es un proceso de supervivencia que adoptan algunos reptiles para soportar bajas temperaturas (inferiores a su POTZ), generalmente durante el invierno.
Implica dos tipos de cambios principales:
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Cambios Fisiológicos:
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El metabolismo, la frecuencia cardíaca y la respiración se ralentizan drásticamente.
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La digestión se detiene por completo, por lo que dejan de defecar y orinar.

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Cambios de Comportamiento:
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Buscan un refugio seguro (bajo tierra, rocas, troncos, etc.).
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Reducen su movimiento o quedan completamente inactivos.
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Dejan de comer, aunque algunos pueden seguir bebiendo agua.

Una vez que pasa el período frío, el reptil vuelve gradualmente a su actividad normal.
Lejos de ser un evento excepcional, la brumación debe entenderse como un proceso biológico completamente natural y estándar para muchos reptiles. De hecho, para una gran cantidad de especies, este período de letargo es un estímulo fisiológico fundamental que necesitan para poder iniciar con éxito su ciclo reproductivo posterior.
El concepto es muy similar a la hibernación en mamíferos, ya que ambos son mecanismos de supervivencia para enfrentar el frío y la escasez de alimento. La diferencia clave radica en que los mamíferos son endotérmicos (generan y regulan su propio calor corporal), mientras que los reptiles son ectotérmicos (dependen de la temperatura ambiental).
Aunque existe un debate académico sobre si es más preciso usar el término "brumación" en lugar de "hibernación" para reptiles, esta distinción es principalmente científica y no altera la comprensión práctica del proceso que se describe.

Bibliografía:
Suarez Saavedra A.C. (2024) Hibernación en reptiles: ¿Qué necesito saber?. La web de los animales exóticos.